Nuestros aprendices son ejemplo

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Dos personas, de 80 y 77 años, estudian sistemas en el Sena

Los dos adultos mayores son compañeros de clase, y se han convertido en la motivación para el resto de aprendices.
Luz Estella Rojas de Moreno de 80 años y Gustavo Rojas Vaquero de 77 años de edad, son los estudiantes más grandes que tiene el Sena regional Quindío, pero no por las fechas que registran sus cédulas, sino por su enorme espíritu de superación personal.
Los hermanos adelantan un curso de ofimática e internet. Instructores, aprendices ydirectivos del centro para el desarrollo tecnológico de la construcción y la industria, destacaron este ejemplo de vida y aseguraron que los dos estudiantes hoy día son el orgullo de la institución.

Don Gustavo aseguró que en su familia siempre han sido inquietos, razón por la que desde hace varios años él y sus parientes se la pasan haciendo cursos en el Sena. Paradójicamente, Rojas Vaquero terminó su bachillerato el año pasado, puesto que no se le había presentado la oportunidad antes, por dificultades económicas y otras cosas de la vida.
Su hermana de 80 años, Luz Estella, el 1 de abril de 1998 obtuvo su pensión tras entregar su vida al oficio de la docencia en primaria. Aunque para dar clases a los más pequeños hay que saber de todo, esta señora ha dedicado estos últimos quince años a seguir aprendiendo.

“Ahora me dedico a hacer artesanías, a tejer, bordar, pintar y a estudiar. En el Sena he hecho cursos de turismo, modistería para hacer sudaderas, ropa interior, bordado en cinta, entre muchos otros. Ahora le doy clases a la nuera y también estudio sistemas”, relató.

Por su parte, Jhon Mario Salazar Colorado, instructor del Sena, aseguró que darle clase a estas dos personas ha sido un proceso muy interesante, pues en este caso son los alumnos quienes tienen más experiencias que enseñar.
“Ha sido una experiencia muy buena al estar disfrutando de la vocación de enseñar. Cuando se comparte con personas como Gustavo y Luz Estella con su manera de ser cálida y amable, uno se convierte como en una esponja que absorbe todas las cosas buenas de ellos”, manifestó el instructor.

Salazar Colorado expresó que los dos adultos mayores se convirtieron en un verdadero ejemplo para el resto del curso. “Fueron personas que se vieron enfrentadas a dificultades iniciales pero que tuvieron un desarrollo excelente en su formación”, señaló.

Al respecto, Olga Lucía Quintero Ocampo, subdirectora del centro para el desarrollo tecnológico de la construcción y la industria del Sena, expresó que para la institución es muy satisfactorio contar con aprendices de edad avanzada.
“Ha sido la experiencia más bonita. No solo se han convertido en un motor de motivación para los demás estudiantes, sino que nos han dado una lección de vida muy importante; ser mayor nunca es una barrera para seguir avanzando. Estas dos personas nos muestran como quieren acceder a las nuevas tecnologías para comunicarse con sus familiares y el mundo, y cómo pueden lograrlo gracias a la perseverancia”, indicó Quintero Ocampo.

La directiva destacó la actitud de los hermanos Rojas, reconocidos en la institución por su buen ánimo para estudiar, condición que impregna de buena energía a sus compañeros. “Ellos son el vivo retrato de lo que refleja esta institución, que acoge a todos los colombianos independiente de su sexo, edad, estrato y condición. En todo momento de la vida el Sena está dispuesto a brindarnos ayuda”, puntualizó.

Embajador del Sena
Gustavo Rojas Vaquero ha sido un promotor del Sena en su familia. Su hija y su hermana ingresaron a capacitarse en la institución gracias a sus consejos.

“Mi hija trabajaba en una oficina en Armenia, yo le dije que hiciera un curso en el Sena que podía servirle. Lo hizo y le aprovechó mucho. En este momento está estudiando gastronomía y ella es ahora la que me ayuda a mi a hacer las tareas”, relató.

Asimismo, animó a su hermana Luz Estella para que hiciera el curso de ofimática e internet con él; en la actualidad son compañeros de clase. “Ella quiere aprender a utilizar el internet para comunicarse con la familia”, describió.


Los hermanos Rojas

Gustavo Rojas Vaquero, 77 años de edad

En su juventud solo pudo estudiar una parte del bachillerato. Posteriormente se casó y se dedicó a trabajar como sastre en Calarcá. Sin embargo, en este oficio no le estaba yendo muy bien económicamente, así que decidió trasladarse a Bogotá, donde empezó a trabajar en electrónica.

Siempre tuvo la inquietud por seguir estudiando y terminar el bachillerato. Una experiencia que le marcó la vida fue un trabajo al que no pudo acceder en la capital colombiana por falta del diploma.
Rojas Vaquero trabajó en electrónica hasta que le comenzó a fallar la vista. En la actualidad utiliza sus conocimientos en la materia solo para reparar las cosas que se dañan en su casa.

A pesar de sus responsabilidades, alternaba el trabajo con capacitaciones en el Sena. Entre los cursos que recuerda haber terminado están el de turismo, higiene mental, e inclusive trató de aprender el idioma inglés, pero señaló que no le gusta estudiarlo solo.

Con el tiempo, Rojas Vaquero retornó a Calarcá, y solo hasta el 2012 pudo ingresar a validar su bachillerato, y a sus 76 años obtuvo el tan anhelado diploma. “Muchos me cuestionaban que con tanta edad para qué estudiaba, pero la felicidad mía es que gracias a la educación muchas cosas dejan de ser un misterio”, argumentó.

Este año Rojas Vaquero entró a estudiar sistemas en el Sena. “Me di cuenta que abrieron un curso intensivo en la casa de la cultura de Calarcá y no lo pensé dos veces para inscribirme. Yo soy inquieto, por ejemplo, de saber qué tiene un monitor por dentro, entonces voy e investigo por internet. Eso me ha gustado mucho porque así no me sirva para vivir, me da una gran satisfacción personal”, afirmó.

Rojas Vaquero aseguró que la educación le ha cambiado la vida. “He recibido muchos aplausos y eso me llena de melancolía pero a la vez de gran alegría, sin embargo, lo más importante para mí es lo que he aprendido, y contar con el apoyo de mi señora y mis tres hijos. Son felices de que yo estudie. Incluso, en estos días llevé dos compañeros a hacer las tareas en la casa”.



Luz Estella Rojas de Moreno, 80 años de edad
La mayor parte de su vida trabajó como docente de primaria. Empezó a estudiar desde los 11 años de edad y aún no para de hacerlo.

“Me metí a un concurso de pedagogía en Bogotá en la Pedagógica Nacional, me gané el segundo puesto entre 100 personas. Recuerdo que fui evaluada por el mismo ministro de Educación. Después empecé a trabajar como docente en Cundinamarca y luego me devolví al Quindío donde seguí con la profesión hasta que salí pensionada”, relató.

Rojas de Moreno expresó: “Estoy ensayando a ver si el dicho de que ‘loro viejo no aprende a hablar’ es falso. Aunque entender de sistemas me cuesta trabajo porque no tengo en qué practicar en la casa, hasta el momento he aprendido mucho. La familia me apoya, me prestan libros y cosas para reforzar el conocimiento”.

Luz Estella recordó la primera vez que se sentó frente a un computador: “Me sentía como enfrentando a un animal grande. Todo el mundo me decía: ‘Hágale pasito que eso no necesita tanta fuerza’, con el tiempo le fui perdiendo el miedo”.
Sus ganas de aprender no paran; Rojas de Moreno ya se compró una tablet y piensa seguirse capacitando para aprender a utilizar el dispositivo. “Quiero aprenderla a manejar para verme con mi hijo y mi sobrina que están en España por internet”.
A pesar de su edad, Rojas de Moreno dice que no le afecta sentarse en un salón de clase lleno de muchachos. “Quizás ellos estén más adelante que yo en el conocimiento, pero tampoco me les quedo atrás”, concluyó.